jueves, 29 de noviembre de 2012

El improvisador

A veces una mentira, a fuerza de repetirse tanto, termina por convertirse en verdad, al menos todos la damos por cierta. En esto, los medios de comunicación no fallan, son infalibles y tienen mucha experiencia, es la mejor forma para recordarnos su inmenso poder y su historia. Ya en el siglo XIX, los grandes empresarios de la prensa norteamericana, William Randolph Hearst (véase Ciudadano Kane de Orson Welles) y Joseph Pulitzer, se inventaron una guerra en Cuba cuya única finalidad eran aumentar la venta de sus periódicos amarillistas (http://cristinasaez.wordpress.com/2008/12/01/hearst-o-como-se-gesto-la-guerra-de-cuba/). Se inventó historias sobre los abusos del ejército español con la población isleña. Las historias se extendieron como pan caliente y el pueblo norteamericano exigió a su gobierno que liberara a ese pobre país de la tiranía española. Por supuesto que los Estados Unidos intervinieron en la isla y acabó con el último reducto colonial de España en el mundo, manejando el poder hasta mediados del siglo XX cuando llegó la revolución cubana. Por otra parte, William Randolph Hearst se convirtió en uno de los multimillonarios más poderosos del mundo.
Ahora bien, a cada momento los medios de comunicación en Colombia nos repiten que el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, está improvisando. Es la palabra de moda. En el país de la planeación un alcalde de izquierda improvisa, hasta tal punto que nos va a llevar al fin del mundo en diciembre de 2012 con su nefasta improvisación. Improvisa por todo, cuando habla, cuando calla, cuando propone, cuando denuncia, es el hombre más improvisador, típico de un músico de jazz en pleno trance creador. Indudablemente que estábamos acostumbrados a tener gobernantes y gobiernos que todo lo tenían planeado a fondo, incluso desde antes de ser elegidos; lo que planean hacer, lo tienen clarito en su cabeza, o si no ¿qué fue lo que hizo nuestro magnánimo expresidente Uribe durante sus ocho años de gobierno? Poner en práctica lo que llevaba planeando 15 ó 20 años antes con sus apostólicos amigos del alma. A eso llamo yo una verdadera planeación. En cualquier parte del país, el buen político alcalde sabe "que por ley", como mínimo, un 10% de todas las contrataciones debe ir a sus bolsillos. Eso es una buena planeación. Incluso algunos, para no decir la gran mayoría, llegan a aplicar la ley hasta el 70%. Cuando hablamos de una planeación perfecta indudablemente tenemos que referirnos al anterior alcalde de Bogotá y sus amigos los Nule. Ellos deben ganar el premio Nobel a la planeación, lo tenían todo un muy bien planeado, sabían para donde iban, sabían qué hacer con toda la contratación y por supuesto ayudados por sus mejores asesores (el polo, la u, cambio radical, pin, liberales y conservadores). En ese gobierno sí que se notó la planeación. En cambio Petro improvisa. Las basuras es un claro ejemplo. Desde hace más de un año la licitación de recolección de basuras debía haberse desarrollado y entonces la cultura del reciclaje propiciada por los hermanitos Uribe tendrían esta ciudad como un verdadero fortín ecológico, todo sería un verdadero mundo parareciclaje. Pero los apátridas señores de la Corte Constitucional nos dañaron todo. Había que incluir a esa chusma, mal llamada recicladores (no digo desechables para no herir susceptibilidades y tampoco recordar el lenguaje que utilizamos en los siniestros cocteles del Jockey Club). Ahora el alcalde improvisa tratando de desarrollar un nuevo sistema que incluya esta población (la de los recicladores por supuesto, y no a la del Jockey Club, como debería ser). 
Por eso se dice que el gobierno de Petro no arranca, ha realizado meras improvisaciones, es un caos y nos lleva al apocalipsis. Nada con Petro es bueno. Veamos varios ejemplos. 
El pico y placa es muy malo, los taxistas lo dicen, la gente ya utiliza el carro en las horas valle y todos los días de la semana, se puede hacer cualquier diligencia en un día normal, aunque a veces nos embarcamos en un trancón monumental. Antes se tenía que convivir dos días de la semana con los amables taxistas de la capital, por supuesto este gremio odia al alcalde. Los trancones nos obligan a utilizar el servicio público y aquí viene la otra improvisación. 
La disminución de las tarifas de Transmilenio, un servicio mal manejado (quien sabe bajo qué intereses) pero muy rápido cuando uno logra embarcarse, va a llevar a la quiebra a esta ciudad. A quién se le ocurre disminuir el ingreso a esos pobres transportadores que tanto han hecho por esta ciudad, quienes en promedio no podrán acceder a los casi dos millones de dólares diarios que recibe este sistema de la clase media bogotana que está en la necesidad de utilizarlo aunque sea de manera indigna. Porque si algo vulnera la dignidad de una persona es Transmilenio. Claro, no sé si los grandes críticos del alcalde han tenido el placer de montar en este hermoso transporte. No me imagino a nuestra ínclita consejera, Gina Parody, al imparcial periodista Darío Arizmendi, al humilde Felipe Zuleta o al inteligentísimo Pachito Santos tomando la ruta J72 en el portal del norte, un día entre semana a las 5:10 pm. La desesperación llega al máximo cuando en medio de una multitud de personas, aparece la información en el tablero anunciando que en 1 minuto llega el esperado articulado, y sin embargo el cinismo es infinito. Aparece el transporte con unas bellas letras: “EN TRÁNSITO”. Son buses que desaparecen constantemente en medio de las rutas, que nos generan esperanza y rabia, pero que, como en el cuento de Conan Doyle (http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/doyle/tren.htm), desaparece sin dejar huella. Ahora bien, cuando el milagro ocurre, entramos a empujones y durante una hora atravesamos la ciudad, aguantamos trancones, calor, olores, historias ajenas y hasta robos, para llegar a la saludable estación del Museo de Oro, donde nuestros invitados indudablemente por fin tendrán un verdadero roce social. Si el infierno existe, debe ser igual a esa estación a las 6:15 pm en un día normal. Lo peor es que nada se puede hacer. Descongestionar el centro es necesario y en eso radica la otra improvisación. 
Caminar por la séptima no debe ser propio de la oligarquía como sí lo era hace 100 años. Sería interesante que nuestros invitados caminaran por allí, hay todo un espacio para los peatones, se puede caminar por el centro (un lugar que ya no es el mismo, pero eso será tema para otro artículo). Los carros ya no amenazan al caminante solitario y hasta los raponeros perdieron agilidad, pues no se pueden escabullir entre los inmensos trancones de aquella séptima de antaño. Ir al centro en carro es un despropósito, se queda atascado y sin espejos. 
Hay otras improvisaciones que me producen migrañas constantes. ¿A quién se le ocurre prohibir el porte de armas en la ciudad por parte de los civiles? ¿quién no protegerá? ¿qué haremos en las fiestas? ¿cómo vamos a celebrar? Es necesario protegernos, ahora que las casas gratis del gobierno ya no van a estar en el extremo de los extremos de la ciudad, sino por aquí cerquita. ¿Cómo así que se les va a dar un lote a la gente pobre en plena carrera 30 con 19, cerca a centros comerciales, plazas, edificios institucionales? Eso se llama inclusión de la ciudad y disminución de la brecha social. Afortunadamente tenemos un santo procurador que está ahí para impedirlo. Ojalá destituya a este fanático de los pobres lo más pronto posible. Solo falta que obligue a las honestas constructoras a realizar un 20% de cualquier proyecto propuesto, como vivienda de interés social y trancar un poco la famosa burbuja inmobiliaria que tanto pretendemos desconocer, y no mandar a las casas de interés social a tres horas de camino de la ciudad. Ya de hecho, cuando se construye un conjunto residencial, a las pobres constructoras les toca pavimentar una parte de la calle. La arreglan pero los carros que traen los materiales del edificio la destruyen en los 2 años que dura la obra. Este alcalde improvisador ha tapado gran parte de los huecos de esta ciudad, uno se da cuento, pero lo malo es que no se están demorando como lo mandan las sagradas escrituras de la contratación en Colombia. “No hay que terminar una obra pública porque se debe dejar un pretexto para la siguiente campaña”.
Finalmente pretende dejar sin agua a los humildes condominios de la sabana y llamar irresponsables a quienes construyen desmedidamente sus casitas de miles de millones y que solamente piden un cobro de agua irrisorio y un consumo en grandes cantidades para su hermoso jardín. 
Gustavo Petro ha denunciado la tragedia del país y ha hecho oposición a varios gobiernos, entre ellos el del preclaro Álvaro Uribe, a parapolíticos, corruptos y asesinos. Debería estar muerto en un país como Colombia donde no perdonan la honestidad. Debe tener un pacto con el diablo o algo semejante. Definitivamente es un improvisador hasta con la vida.

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