miércoles, 12 de agosto de 2015

La Censura

Un profesor que tuve en la Universidad Nacional publicó hace poco un libro sobre la cultura y su politización en este país: La cultura en la república de narco. Como casi todo lo que él escribe, levantó ampolla en muchos espacios, lo criticaron, lo repudiaron y hasta lo negaron. Su actitud es irreverente frente a toda institucionalidad. Cuando tomé su curso sobre Borges, despotricaba a lengua suelta contra las directivas, no dejaba títere con cabeza y muchas veces se pasaba, al violar las intimidad de sus contradictores y herir susceptibilidades con sus grotescos comentarios. Hoy en día es un crítico consumado del gobierno Santos y un gran defensor de nuestro gran colombiano: Álvaro Uribe Vélez. Las paradojas de la vida. Sin embargo, detrás de sus ignominiosas palabras siempre hay algo de verdad, y su libro da en el punto sobre el festín que ha provocado la cultura en Colombia: dineros del Estado subsidiando familias presentantes a través del rótulo de apoyo al arte y la cultura, grandes lagartos que asumen papeles preponderantes y que no tienen ni idea de lo que hacen, algunos intelectuales recogiendo las migajas que apenas le llegan de ese absurdo presupuesto. Como es de lógica, él mismo procura publicar todos sus textos en una revista de poesía, blogs o editoriales independientes,  para evitar la inevitable censura de las grandes editoriales y entidades institucionales. Es un juego al que está acostumbrado y sabe sortearlo de maravilla. La censura se da en las instituciones universitarias, en los congresos de literatura, en cualquier evento o revista cultural que promueva un gran encuentro de artistas nacionales e internacionales. Una buena estrategia es invisibilizar a quien incomoda de alguna u otra manera. Tienen sus argumentos y puede que sean válidos. Muchos se defienden de las injurias con productos literarios y artísticos, con artículos de opinión, con festivales de gran calidad, publicaciones colectivas, etc. En eso consiste el largo trasegar de la escritura y del arte en general: una visión crítica de su entorno.
A finales del año pasado, el director del grupo de literatura que hay en mi pueblo Nemocón, me pidió una colaboración para realizar el oficio de corrector de texto y estilo de unos cuentos que habían escrito sus estudiantes sobre algunas leyendas que rondaban el imaginario popular. Me pareció un buen trabajo, pues mi labor académica se ha encaminado en los últimos 10 años a revisar y corregir diferentes ensayos, tesis, ponencias y alguno que otro texto creativo, tanto de estudiantes como de docentes de las diferentes universidades donde he laborado. Consideré como un buen aporte al desarrollo del libro, mi experiencia en esta área. Además me solicitaron un prólogo que plasmara la historia de Nemocón, la esencia de las leyendas y una pequeña reseña de cada uno de los autores y su estilo creativo. Esta labor fue muy interesante, me reuní con cada uno de los autores, corregimos errores gramaticales básicos y complejos, desfases históricos, coherencia y cohesión en algunos párrafos, incluso algunos se reescribieron para que quedaran más o menos presentables para una publicación como ésta. Toda la labor fue convenida junto con los autores, se les preguntó primero, antes que realizar cualquier cambio, esa debe ser la labor de un corrector de textos responsable. Luego investigué en los pocos libros de historia de Nemocón, para poder realizar un prólogo que se acomodara a las circunstancias del caso, con informaciones adecuadas y sustentadas con citas bibliográficas serias, como corresponde a un académico que exige rigurosidad en todos los estudios presentados. Se hizo un análisis sucinto de los textos de cada uno de los autores y se dejó la propuesta para recopilar la memoria de algunos acontecimientos históricos que estaban por recoger, sobre todo de esos ancianos que estaban desapareciendo y que podía aportarnos infinidad de información sobre ese municipio que fue y que ya nadie recuerda. Cuando entregué el producto, todos estuvieron de acuerdo con el contenido del prólogo, lo elogiaron y no tuvieron muchos reparos en su estructura. Sin embargo cambiaron algunos pequeños apartes que según ellos se podía interpretar como político. No me pareció el argumento pero no dije nada, la modificación no alteraba la esencia del texto.  Sobra decir que este trabajo fue una colaboración personal, si ninguna remuneración, era mi aporte profesional a un labor cultural del municipio. La Casa de la Cultura y la Alcaldía Municipal publicarían el libro y sería en un evento público.
Hace casi un mes, me encontré con el director de la biblioteca en una esquina del parque municipal y me informó que el libro ya se había publicado y que estaba a punto de lanzarse, sin embargo habían suprimido el prólogo por orden de la alcaldía. Me sorprendió desde todo punto de vista y por supuesto pregunté el porqué de esa decisión. Ninguna explicación me dio, simplemente que en la alcaldía habían dicho que se publicaba el libro pero sin ese prólogo, que otra persona lo hiciera. ¿Quién lo dijo? ¿Cuáles fueron sus argumentos? ¿Por qué se había tomado esa disposición? Él no lo sabía, no quiso decirme quien dio la orden y nadie expuso ningún argumento. Sólo fue una decisión arbitraria, como todas las decisiones que profiere cualquier funcionario de medio pelo con un mínimo de poder haciendo buen uso de su infinita ignorancia. Varias cosas tengo que decir frente a esto:
Es una verdadera falta de respeto a mi trabajo profesional por parte de todos los implicados, tanto de las personas que me solicitaron la colaboración como quienes decidieron la censura, pues lo mínimo que uno pide es que le informen sobre tal hecho, de una manera formal y no por un encuentro casual como quien no quiere las cosa; no tienen vergüenza para esto. Cuando unos se cubren con otros quiere decir que todos estuvieron de acuerdo. Exoneraron al alcalde pues este ni siquiera había leído el título del libro, según dijo la persona que me informó.
No culpo a las personas que hicieron el libro, pues por culpa mía podrían haber perdido los 15 minutos de fama que todo ser humano se merece. Sin embargo, por pura ética de un trabajo serio y colaborativo se hubiera solicitado aunque fuera un argumento válido para defender todo un proceso de varios meses. La cultura vuelve a ser un desecho de las instituciones que se mueve dependiendo el estado de ánimo que tenga ese día quien aporta un pírrico presupuesto para cualquier actividad.
Decir que algo no se publica, sin ningún argumento y evidenciando toda una carga de ignorancia, se ha convertido en el deporte nacional de un país de ignorantes, polarizado, retrógrado y lleno de escrúpulos. Esto que hicieron con mi texto no es nada comparado con la cesura que realizan a diario todos los periódicos, revistas, programas de televisión, etc. a lo largo de esta nación. Acallan, amenazan, asesinan, suprimen espacios, invisibilizan, ignoran, infinidad de cosas para que alguien no diga algo que incomoda o que evidencia otra verdad. Mi profesor de la universidad sí que lo sabe.
Mi trabajo de maestría fue sobre la novela histórica y he venido haciendo una serie de investigaciones sobre la recuperación de esa memoria y la voz de los que no tenían voz. Una memoria histórica para buscar el camino de la reconciliación en un país que no quiere saber la verdad porque evidencia sus propios demonios. Mi propuesta fue recopilar la memoria de la violencia bipartidista a mediados del siglo XX pues ningún estudio hasta ahora lo había realizado. Haciendo conjeturas, podría pensar que éste pudo haber sido un argumento para rechazar mi escrito. Soy demasiado ingenuo para creer que lo leyeron.
Como éstas son épocas electorales debieron pensar que no estaba apoyando al candidato del alcalde, por tal motivo no iban a premiar a alguien que estaba en el otro bando. Demasiada absurda esta idea, pero dado el grado de ignorancia que permea todas las instituciones públicas del país, puede ser la más evidente. La verdad están muy equivocados, tengo a los dos candidatos como amigos en el Facebook, me parecen personas respetuosas, responsables y jóvenes, espero que la alcaldía se renueva con ideas frescas propias de la juventud, y que además puedan leer este texto. No he hecho ningún comentario positivo o negativo de alguno de los dos, pero frente a estas circunstancias se me empieza a aclarar el panorama. Definitivamente es horrible la política.
He decidido no volver a colaborar en ninguna actividad cultural del municipio de Nemocón, mi trabajo merece respeto y si no lo hago respetar yo, no espero que nadie lo haga. Pertenezco al centro de historia, pero desde aquí presento mi renuncia formal a una entidad que se convierte más en un problema político que en un centro de investigaciones. De hecho mi crítica era que un centro de historia que llevaba tanto tiempo de creado y que no había hecho ninguna investigación o publicación no tenía sentido. Había que proponer algunas investigaciones sobre la historia de Nemocón y hacer gestión, pero de esa manera es imposible. Soy docente de dos importantes universidades del país, tengo algunos proyectos de investigación y estamos en un grupo de formador de formadores con la UNAD creado cursos virtuales para docentes. No se trata de alardear pero creo que esta experiencia debe valer para algo y no puede ser arrastrada por cualquier funcionario anónimo y resentido. 
Censurar a alguien es muy fácil, de alguna u otra manera siempre lo hemos padecido, alguien nos censura nuestros actos y nosotros accedemos, bajamos la cabeza, aceptamos nuestros supuestos errores, no quedamos con un resentimiento inmenso y mantenemos estos demonios por el resto de nuestra vida. Escribí este texto para matar ese demonio, es mi única arma, la escritura, la palabra, decir lo que pienso me parece un gran ejercicio emocional. Ahora entiendo a mi profesor así no comparta muchas de sus apreciaciones, nada más absurdo que un revolucionario uribista. No estoy tan adolorido como parece, pero creo que ese acto merecía una respuesta de mi parte, al fin y al cabo a mis estudiantes no les permito que coman entero todo lo que se les dice y hace, esa es mi labor pedagógica, para eso estudiamos, para vivir con un espíritu crítico y argumentativo, eso nos hace libres.


Nota: Afortunadamente existen este tipo de espacios donde se puede publicar el prólogo al libro “Contaban los abuelos” que fue censurado por “alguien allá arriba”, como me explicó el director de la biblioteca municipal. Espero que no haya cometido tantos desfases y horrores como para de verdad merecer tan indigno castigo. El enlace es:  

http://elinfiernotantemido.blogspot.com/2015/08/memoria-de-sal.html 

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