martes, 14 de diciembre de 2021

Cumplir 50

 


Podría decirse que más de la mitad de mis cumpleaños han sido una decepción, y ayer no fue la excepción. La verdad esperaba que apareciera una sorpresa que me alegrara el momento, tal vez una fiesta sorpresa, tal vez la visita inesperada de alguien, tal vez un almuerzo delicioso, una videollamada, una salida a un sitio especial, pero la verdadera sorpresa fue que no hubo sorpresa. Eso no quieres decir que nadie se acordó, por el contrario, llegaron muy hermosos mensajes por las redes sociales, las llamadas formales de la familia, excepto de la de mi hijo que no se acordó para nada y que en verdad me dolió, pero bueno, eso fue lo que le inculcaron siempre. Sin embargo nadie está obligado a celebrarle algo a nadie cuando no le nace o no lo considera importante. Mi hija por ejemplo me trajo una torta muy especial, a pesar de su edad hizo todo por alegrarme el día, y finalmente yo me hice mi propio almuerzo con algo que compré, creo que me merecía celebrarme un día tan especial, después de todo no he sido tan malvado como lo pueden creer muchos. Ya casi no tengo amigos, tal vez porque he adoptado el escepticismo y el cinismo como base de mi filosofía y procuro no decir mentiras a nadie, le digo la verdad en la cara a todas las personas, o mejor, en términos del escepticismo, mi verdad, que es una opinión y no un juicio. No me preocupa quedarme solo, no es malo estar solo, ahora tengo más tiempo para disfrutar de la literatura, el cine, organizo clases, hablo de muchas cosas y estoy aprendiendo demasiados temas, sobre todo de historia. A mi edad, no podría decir que en la mitad del camino de la vida porque no pretendo vivir 100 años, digo que a mi he edad he realizado muchas cosas, he fracasado y he triunfado, he sufrido y he gozado, he bebido, he comido, he aguantado, he engordado y he adelgazado. Cada cosa se ha convertido en una experiencia fructífera en mi vida, me ha convertido en el ser monstruoso celestial que soy. Las mujeres han sido parte fundamental de mi vida y no las puedo culpar de mi situación actual, dos mujeres todavía me dan sentido a la existencia. Pero el tema es los 50. Hace 10 años me propuse tener una buena celebración cuando cumpliera los 50, pero no fue así. Tenía una novia que me iba a celebrar los 40 años con una buena fiesta, llevaba planeando un buen tiempo, pero todo cambió de un momento a otro y la celebración se vino al piso. Luego llegó mi hija y entonces desde el vientre ella me preparó una torta y yo me regalé un carro. Fue una buena celebración. Ahora nada de eso se ha podido repetir, la economía en el mundo está muy difícil, y pues a los 50 no puedo negar que me faltan cosas, como a muchos, pero también tengo otras cosas que me hacen una persona afortunada. Me hubiera gustado llegar a los 50 con muchas más cosas, menos deudas y más estudios y trabajos, pero todo hace parte de esa ruleta rusa que es la vida. Sin embargo recuerdo la última gran lección que me dejó mi padre en su lecho de muerte. Tenía 92 años y estaba postrado en la cama de un hospital, ya no había nada que hacer y sin embargo él seguía preocupado por los planes a futuro, qué íbamos hacer ese diciembre cuando se recuperara, cómo íbamos a salir de todos los problemas, a dónde íbamos a viajar. Yo no podía creer que todavía le faltara vida para seguir adelante, que no hubiera botado la toalla a pesar de las circunstancias, que pisoteara ese negativismo que tanto nos abruma hoy en día con las ganas de seguir viviendo. Tengo 50 años, a esa edad mi papá perdió todo lo que había construido y le tocó iniciar de cero, a los 92 seguía luchando, era feliz pero tenía ambiciones todavía. Me faltan muchas cosas por hacer, muchos sueños por cumplir: pagar mis deudas, tener mi casa en el campo, vivir cerca del mar, escribir mis 7 novelas, viajar por el mundo, visitar los mejores museos y hablar de las pinturas que me encuentre allí, ir a la costa en biscicleta, tener un carro ultramoderno, estudiar mucho más, terminar las maestrías, hacer el doctorado, organizar una fiesta de cumpleaños... Aunque estas fiestas de cumpleaños no siempre salen bien. Conocí la historia de una fiesta de 50 años donde la esposa del festejado iba de mesa en mesa contando el secreto mejor guardado de su marido para desenmascarar aquella farsa de la familia feliz. Por ahora no me preocupa decir que tengo 50 años, ya no estoy interesado en seducir a las jóvenes más hermosas. La actriz Carmen Maura decía que la juventud no es una virtud sino una condición. Quiero disfrutar cada vez más de mi vida, por eso casi no publico fotografías de momentos muy especiales para mí, los quiero sólo para mí, disfrutar de esa felicidad que en las redes sociales genera alegría, pero también disgusto, envidia y hasta odio. No sé si me atreva a publicar esto pero lo hago con toda sinceridad, es una forma de desahogarme y sentir la tranquilidad de seguir adelante y pensar en todo lo bueno que quiero que me suceda. Espero poder ser más feliz en mis próximos cumpleaños y por eso voy a preparar esa felicidad y no esperar que nadie me dé esa ansiada sorpresa. No debemos esperar nada de nadie, nosotros debemos fabricar nuestro propio futuro, hacer lo que nos gusta sin pedirle permiso a nadie ni esperar la aprobación de alguien. El tiempo no existe, según San Agustín y nada de lo que hagamos bien nos puede llevar siempre a un final feliz. Eso es incierto y lo mejor que puede pasar es dejar que las cosas continúen su curso como diría Lao Tze. Hay que ser agradecido con lo que tenemos, luchar siempre por estar mejor, en todo sentido: económico, cultural, educativo. Y nunca botar la toalla. Cumplir 50 me motiva a empezar de cero, pero un cero muy bien fundamentado con toda la historia que viene de atrás, para seguir adelante y tratar de conocer tantas cosas que me hacen falta, afortunadamente.