lunes, 26 de diciembre de 2016

Sigue escribiendo, homble...

Ella dice (o por lo menos es lo que se evidencia con sus palabras) que los dos años y medio en que vivió conmigo fueron un infierno, lleno de maltratos, humillaciones, golpes y días infelices. Yo contra-argumento que lo di todo por ella y la bebé, le di todo el esfuerzo económico de los últimos años reflejado en un apartamento, abandoné mis relaciones amorosas por estar enfocado en el amor que ella y la criatura necesitaban, me endeudé más por dar un mayor bienestar a mi nueva familia que no esperaba tener a los cuarenta años. Tuvimos problemas, no lo niego, pues el choque fue de impacto y adaptarme a esta nueva realidad no era fácil, pero también muchas veces disgustamos por el estrés que le producía su trabajo, su nueva condición, y sobre todo, su testarudez y radicalismo donde todo es blanco o negro, sin lugar a matices, que es lo que le da color a la vida. Eso hace parte de su idiosincrasia paisa, que tanto daño le ha hecho a este país. 
Yo veo las fotos que tengo de esa época, y no encuentro el infierno. Tal vez el día más complicado fue en mis cumpleaños, por todo lo que implicaba para mí cumplir cuarenta años. Mi exnovia me había prometido una gran celebración, con mucho baile, invitados, regalos, comida y buena bebida. Yo estaba con ella, en el apartamento, esperando la visita de unos desconocidos, pero es injusto decir que no fue bueno aquel día. Hubo una torta deliciosa preparada por ella, comimos en un buen restaurante con sus hermanos y además me entregaron el carro para estrenarlo. Fue un día muy especial, empezaba a ser un padre de familia con un hogar de verdad. No veo esa época como la peor de mi vida, por el contrario, fue el momento más feliz de mi existencia. Y por eso he pasado los últimos tres años como loco tratando de recuperar aquella familia que perdí. 
Ella dice que la traté muy mal cuando ella se fue a estudiar a otra ciudad y se llevó a la niña. No debería haber esperado una reacción de complacencia en una persona como yo. Me dijo que regresaba en 15 días, yo la apoyé en todo, quería que cumpliera con sus sueños frustrados, que borrara su pasado triste de haber abandonado la universidad y terminara por fin aquel ciclo. Pero no calculé la pérdida, confíe en ella pero se llevó mi corazón, me volví loco, le dije de todo, quería a mi hija, estaba destrozado y no sabía qué hacer. Cuando ella regresó a mitad de año, empezó a vender todas sus pertenencias, a empacar lo que le interesaba y a regalar todo lo demás. Mi alma se deshizo en mil pedazos. Ella me abandonaba. Lloré, lloré mucho, internamente, sin hacer demostraciones al mundo, al fin y al cabo, era sólo mi problema. 
Creí que con un buen contrato con una alcaldía podía salvar el año, unas buenas asesorías educativas iban a mejorar las condiciones económicas y podríamos estar en constante comunicación, viajaría a ver a la niña y además le ayudaría a ella a culminar sus estudios, pero no fue así. Fue un absurdo confiar en una contratación con una alcaldía, todo se dilató, cada vez hubo más trabas y finalmente no volví, muy seguramente a quienes pedí ayuda se quedaron con el contrato, así es este mundo de la política. El siguiente año fue peor, mi hija no pasó Navidad conmigo, inicié el año sin ella y la disculpa fue que ella tenía que trabajar en almacén durante la temporada para tener algún dinero. Yo estuve peleando con ella, pues ese trabajo lo hubiera podido tener aquí y estar juntos como familia. No fue así, en enero las cosas se complicaron más, se  nos acabó el deseo, el amor, todo se iba yendo. Ella se fue a seguir logrando sus sueños, yo me quedé llorando en la terminal de buses, viendo a la niña sin ninguna esperanza de volverla a tener en mis brazos.
El trabajo disminuyó, empecé a buscar algo estable, en una universidad, que me permitiera ponerme al día con las deudas, poder enviar dinero a mis hijos y estar más cerca de mi hija, tal vez recuperar la familia, hacer las cosas al derecho, como dicen. Y bueno, al fin llegó el tan anhelado trabajo, no fue un súper sueldo pero alcanzó para solucionar los problemas económicos, sin embargo nada es completo. El trabajo me absorbió casi todo el año, no tuve tiempo para visitar a mi hija, no hubo la tal estabilidad esperada, todo fue un nido de buitres, esperando a que alguien fallara para demostrar quien sabía más, triunfar a costa del fracaso de los otros, siempre con el miedo de dejar en evidencia su propia mediocridad. Así fue el trabajo de ese año. Aprendí mucho, conocí excelentes personas, profesionales idóneos pero también la peor condición del empleado público sujeto a la lagartería, a cepillar y alabar la mediocridad, la estupidez para aferrarse a un puesto como única razón de ser de su existencia. Todo lo que yo tenía en mi vida no lo había conseguido allí, ese trabajo sólo era una circunstancia, por lo tanto no podía aferrarme allí, seguir la misma línea de los demás compañeros, pasar por encima de los demás, aprovecharse del trabajo de los demás, siempre para tratar de sostener una vida miserable. Mi objetivo era claro: volver a ver a mi hija. 
Mi contrato terminó un 23 de diciembre, pasé 24 con mis padres, me pagaron el sueldo ese día pero mi liquidación me la iban a pagar tres meses después. Alguna compañera, con una intención proterva, se lamentaba que no íbamos a poder hacer en Navidad nada de lo planeado por falta de dinero, que no iba a poder ver a mi hija. Nada más lejos de eso. El 25 de diciembre viajé por la noche en busca de mi hija. Esa mañana del 26 volví a abrazar a mi hija después de casi un año. Lloramos largo rato y no nos separamos para nada, valió la pena la espera. El trabajo de la universidad dio sus frutos. Estuve casi un mes con mi hija, viajamos en avión y pudimos disfrutar de buenos días. Sabía que en Semana Santa iba ir a verla, tenía lo de la liquidación y estaba muy contento de volver a estar ella. Además ella estaba terminando la carrera y me dio cierta esperanza que podíamos volver a ser una familia. Estaba esperando un mejor trabajo, mejores condiciones de vida y por eso le apunté a salir de la ciudad, esperaba trabajar con la misma universidad pero en una ciudad intermedia, además hacer asesorías educativas en las alcaldías de los amigos. El alcalde de mi pueblo se interesó en mi propuesta y me ofreció su apoyo, empecé a mover contactos, buscar nuevas líneas de trabajo y aprovechar mi potencial, pero nuevamente caí en las garras de la burocracia y la mediocridad. El trabajo de la universidad se lo dieron a la más inepta de las profesoras, simplemente por una amistad y por aprovechar el trabajo realizado por mi compañero y yo, espero que ya haya aprendido a prender un computador. El alcalde me dio su palabra de gallero y no cumplió, y las deudas volvieron, con más fuerza. Pero ahora mi hija estaba allí, también con más fuerza, y puse un límite para mi relación. Hasta diciembre. 
Hace unos días hice un video cuando emprendía un viaje en busca de mi hija. Alguna amiga me dijo que estaba preocupada. Ayer mi hermana me dijo que yo me iba a suicidar por lo que se podía ver en ese mensaje. Quedé muy preocupado. Qué mala lectura tienen de las cosas. A mis 18 años tuve una novia que me puso los cachos y yo estuve a punto de suicidarme, ese momento no es un buen recuerdo para mí. Si yo hubiera hecho eso por culpa de esa mujer me habría perdido la oportunidad de conocer la inmensidad de personas que se han cruzado en mi vida, y eso no se lo perdono. Cada día quiero más la vida, tengo mayores responsabilidades para estar aquí, y una es ser feliz. Una novia me dijo que había perdido diez años de su vida conmigo. Me dio muy duro ese mensaje pero después pensé que yo gané mucho en esa relación, no en lo económico, como su familia lo piensa, sino en lo afectivo. Conocí seres maravillosos alrededor de ella. Luego otra novia me maldijo y me deseó la peor de las suertes. Ella me ofreció su pasión y se lo agradezco, siempre le he deseado lo mejor. No quiero hablar de la mamá de mi hijo, no existe para mí. Otra novia me dio su alegría y yo la defraudé. La mamá de mi hija dice que ya no quiere nada conmigo, que tiene un futuro allá y que piensa su vida de otra manera, que yo las abandoné y que ella es una madre soltera. Muchas mujeres han pasado por mi vida, siempre he sentido que cada una es mejor que la anterior. Mi hija acaba de despertarse, me mira escribir y dice que quiere aprender a escribir. Me acompaña en estas fiestas, me hace muy feliz, es mi compañera del camino, es mi futuro. Estoy oficialmente soltero, espero algún día tener una novia, mejor que las demás, desde mi punto de vista, y no me siento fracasado, he hecho muchas cosas y he perdido otras, como todos los mortales, no soy mejor ni peor que nadie, simplemente escribo lo que pienso. Ahora, en medio de las deudas y el desempleo, tengo mucho que hacer. Por ejemplo, un desayuno para mí hija, bañarla y vestirla muy bien, darle muchos besos y hacerla feliz. Mi niña está jugando con el teclado, tengo que irme, ella dice "sigue escribiendo, homble"… Muygddcssvjukkkhbnmhhjngfffwaaqfh bhgjgfhjbyhh